miércoles, 19 de abril de 2017

"Nunca olvides que te quiero" de Delphine Bertholon

     A veces me sale por la boca lo que ni siquiera tengo en la cabeza. Tras tantos te quieros, más si están en los títulos de los libros, la repugnancia por el dulzor excesivo me hizo decir fuerte mierda a un alumno que me dijo que se estaba leyendo este libro. Ante la evidente ofensa al buen gusto literario de Lenny y su sugerencia no me quedó otro remedio que leerme la supuesta fuerte mierda. 
      Los personajes no sólo son sugerentes, sino que incluso lo son más en la medida en que no son sometidos a situaciones extremas. Así la joven secuestrada nos muestra en su situación de presión los complejos y carencias afectivas de su secuestrador. El síndrome de Estocolmo se manifiesta en cierta simpatía por el secuestrador, sin abusar de esto, y comprensión por las dificultades que le impiden un desarrollo afectivo que no limite su capacidad de felicidad. Las producciones artísticas de la protagonista nos muestra como se desarrolla su vida interior para compensar las presiones externas.
     La madre que echa de menos a su hija escribe largas cartas que alimentan su fe en un futuro encuentro al tiempo que relatan las relaciones con su pareja (un eros y thanatos intenso y productivo) y con su padre que sufre con un dolor especial la ausencia de su nieta.
        El personaje que no parece tener una relación directa con la víctima es el que nos ofrece una visión de cierta distancia respecto a los sucesos. Así las peripecias afectivas y amorosas le dan un tono más heterogéneo al relato al tiempo que nos ofrece una antítesis de la joven secuestrada que vive su libertad y crea un futuro en el que podrían coincidir varios de los personajes descritos.

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